lunes, 31 de mayo de 2010

LECCIÓN 5- LA CONFIANZA


Señora Maria era una sabia abuela que le gustaba contar historias sobre Dios y hacía ricos pasteles y bocadillos para la merienda. Sus nietos y los niños del barrio donde vivía, no querían perder los bocadillos y las historias que ella contaba. Con eso, todas las tardes su casa quedaba llena de niños.

Un día, los niños estaban platicando y la señora Maria percibió que Alex estaba triste, pero tan triste que daba lastima de mirarse. Mientras todos reían y se divertían, el niño permanecía callado y pensativo. Hasta que ella le preguntó: “Mi niño, ¿por qué usted está así hoy?”
- “Ah, abuela Maria! Mi padre está desempleado hace mucho tiempo. A veces hasta falta algunas cosas allá en la casa y hoy él fue a una entrevista de empleo.”
- “Que bueno Alex!”
- “Si, pero no adelanta de nada si él no conseguir trabajo.”
- “No piense así, estoy segura de que todo salió bien! - Respondió la avuela muy confiante.
- “Yo no sé, mi padre ya hizo tantas pruebas y nunca fue llamado para trabajar.”

En este momento, señora Maria quedó seria, llamó a todos los niños, pidió que se sentaran y comenzó a contar una historia: “Mis nietos, Jesús mandó que notáramos las aves del cielo que vuelan de un lado para el otro sin preocuparse con su almuerzo o su cena, sin embargo Dios nunca las deja pasar hambre, y les providencia semillas y plantas para que se alimenten.


Y los lírios del campo, ¿ya vieron como son lindos? Ellos no trabajan y ni cosen, pero son muy lindos y, entre las flores, son los más bien vestidos.”

Mientras la señora Maria hablaba, los niños estaban concentrados, poniendo mucha atención en todo lo que decía y continuó: “Si Dios cuida y providencia todo a sus pequenitos seres, entonces imagine lo que hará por cada uno de nosotros.”

Al oír esto, Alex quedó muy feliz y preguntó: “¿Entonces Dios va a ayudar mi padre, abuela?”
- “Sí, ciertamente! Sólo tiene que creer y confiar que Él irá a ayudarlo.”
- “Yo creo.” - respondió el niño.

Entonces la abuela pidió a los niños que todos se puciesen en de pie e hizo una oración para que el padre de Alex consiguiera aquel empleo. En el siguiente día, los niños se reunieron nuevamente en la casa de la señora Maria, pero faltaba Alex y los niños comenzaron a preguntarse: “¿Por qué que Alex no vino hoy?”

De repente, Alex entró en la casa sonriendo y gritando: “Abuela, abuela, mi padre consiguió.”
- “¿Consiguió quê cosa?” - preguntó un niño.
- “Consiguió el empleo y ya comenzó a trabajar hoy mismo.”
- “Miren! Dios contestó la oración que hicimos ayer.

Muy feliz, la señora Maria agradeció a Dios por cumplir su Palabra una vez más. Por haber confiado en Dios y no haber se preocupado más, Alex tuvo su oración atendida.


Así también debemos ser, pues la ansiedad y la duda sólo nos impiden de recibir la respuesta divina.

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