sábado, 30 de junio de 2012

Mensaje de Fe



La Hoguera Santa será basada en la fe de Abraham. Él fue el padre de la fe, pues creyó en Dios antes que todos los demás. Él no tenía Biblia, iglesia, pastor, ni a nadie para estimularle. Abraham escuchó una voz, y la siguió. Él estaba rodeado de voces, pues vivía en medio a un pueblo idólatra y pagano, pero logró discernir que aquella voz era diferente de todas las demás voces que él estaba acostumbrado a oír. Él oyó la voz de Dios, creyó y obedeció, ignorando todas las otras voces escuchando únicamente a la voz de Dios. Es exactamente eso que debemos hacer. Ignorar las voces contrarias a la fe, concentrarnos apenas en oír la voz de Dios para que podamos andar en Su presencia, dentro de Su voluntad.

Dios tenía un plan grandioso para la vida de Abraham, y lo primero que Dios hizo, fue sacarlo de aquél entorno, donde otras voces podrían contaminarlo. La primera orden de Dios para Abraham fue: “Sal de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, para la tierra que yo te mostraré” (Génesis 12:1). Y él inmediatamente obedeció. Ciertamente no fue fácil para él dejar parientes, amigos, bienes, pero él lo hizo. Negó su propio yo y se ofreció como ofrenda viva para Dios. Para que nuestro trabajo de frutos, necesitamos nos ofrecer para Dios así como hizo Abraham. Debemos enfocar también en lo siguiente: si tenemos la certeza que somos de la fe, somos una de aquellas estrellas que Abraham vio cuando Dios lo llevó fuera de la tienda y le dijo: “Mira ahora para el cielo, y cuenta las estrellas si las puedes contar; y le dijo: Así será tu descendencia” (Génesis 15:5). Somos descendientes de Abraham, somos una estrella y nuestro brillo tiene que ser intenso al punto de ofuscar a las tinieblas.

Nosotros somos la propia bendición. Si así determinamos, y hacemos nuestra parte (y el camino es el sacrificio), si creemos como Abraham creyó, de nosotros también saldrá una grande nación de hombres y mujeres nacidos de Dios, fruto de nuestro trabajo con los niños y con los pre-adolescentes. Pero eso exige entrega, sacrificio, dedicación, andar dentro de la voluntad de Dios. Nuestra estrella tiene que brillar, la estrella (vida) de los niños tiene que brillar y para que eso acontezca solo depende de nosotros y de nuestra fe. Cuando hablamos que Ud. debe ser una gran estrella, nos referimos a la intensidad de su brillo. Tenemos que brillar de forma gigantesca para que el nombre de nuestro Dios sea glorificado a través de nosotros.

¡Crea! ¡Su estrella brillará!

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