lunes, 21 de febrero de 2011

Unidad 3 - El escondite de Dios


Lucas era un niño muy miedoso. Él tenía miedo de casi todo: de los animales, de quedarse solo en casa y hasta miedo de quedarse enfermo. Cualquier cosa los asustaba. Los niños de la escuela siempre lo molestaban y se reían de él y eso lo dejaba muy triste.

En un cierto día, Lucas fue a la EBI y la educadora estaba enseñando que aquellos que confían en Dios no temen a nada. En aquel momento, Lucas se quedó pensativo, pues frecuentaba la EBI ha mucho tiempo, pero continuaba miedoso. Entonces, él le dijo a la educadora que quería ser valiente y confiar en Dios, y ella respondió: - “Lucas, en la Biblia hay un Salmo que nos enseña a confiar en Dios, el Salmo 91. En él está escrito que Dios es un Padre protector, que cuida de sus hijos con mucho amor y los libra del peligro y del mal. Así como un pájaro que cubre con sus alas a sus pichones y no permite que otros animales se aproximen de su nido, Dios también guarda y protege a todos aquellos que son fieles a Él; estos estarán en su escondite (abrigo) siempre. Los versículos 1 y 2 dicen así: “La persona que busca seguridad en Dios Altísimo y se abriga en la sombra protectora del Todo-Poderoso puede decir: "O SEÑOR Dios, Tú eres mi defensor y mi protector. Tú eres mi Dios; yo confío en ti”.

Lucas se puso tan contento al oír aquellas Palabras que le preguntó a la educadora:
- “¿Cómo puedo hacer para estar en el abrigo de Dios?”
Y ella le respondió:
- “Lucas, en primer lugar tú debes dejar de tener miedo y confiar que Dios estará siempre contigo.”

Entonces, Lucas pasó a orar y a pedir a Dios para no temer a nada y confiar en Él. A partir de entonces, Lucas se tornó en un niño alegre y valiente, pues aprendió la importancia de confiar en Dios y practicar Su Palabra.

Muchos niños participan de las clases de la EBI, oían las historias sobre las cosas de Dios, pero en sus corazones están llenos de miedo y preocupaciones. No debemos comportarnos así; debemos confiar en Dios, pues junto con Él estamos protegidos como su estuviésemos en un escondrijo. Él nos libra de todo mal, pues nos ama y nos cuida.

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