jueves, 12 de mayo de 2011

Unidad 1 - Alegrando a los padres


Israel era un niño de 9 años que era muy obediente. Él hacía de todo para agradar a Dios y a sus padres. Cuando la mamá de Israel lo mandaba a hacer alguna cosa, él hacia lo más rápido posible.
Todos los días, en el horario de ir a la escuela, bastaba que solamente su madre lo llamase que arreglaba rápidamente e iba a la escuela muy contento. En la escuela, Israel también era un ejemplo, porque hacia sus tareas y obedecía siempre los profesores.
Cierta vez, en el momento del recreo, un amigo de Israel que se llamaba Ricardo, lo invitó a ir a una fiesta. Le dijo que sería muy buena, que él no podría perderla, pues tendrían varias atracciones y varios amigos estarías allí. Israel se interesó y le dijo a Ricardo que también le gustaría participar de la fiesta, que sería realizada en el jueves.
Al llegar en casa todo animado, Israel le contó a su madre sobre la fiesta y ni dudo en pedirle para ir. Su mamá le explicó que el viernes sería el día de la prueba de matemática y que sería bien mejor si él se quedase en casa para estudiar y alcanzar buenas notas.
¡Ah, pero como que a él le gustaría ir a la fiesta! Pero, al mismo tiempo, comprendió y obedeció a su madre, pues sabía padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, y su madre no sería diferente.
Al otro día, al llegar de la escuela, antes de la entrada, Israel buscó a su amigo Ricardo y le dijo que no podría ir a la fiesta, pues tendría prueba y estaba obedeciendo a su madre. Ricardo sonrió y dijo que era tontería, pues su madre también no lo había dejado ir, pero él no dejaría de ir a la fiesta.
Cuando llego el día de la fiesta, allí estaba Ricardo bailando, saltando y aprovechando.... ¿Y, Israel? Estaba obedeciendo a su madre, quietito en su habitación, estudiando.
Al otro día, en el horario de la prueba, Ricardo estaba cansado y lleno de dolores de cabeza. Él hizo una prueba sin ninguna atención. Israel estaba completamente el opuesto de Ricardo: calmo, tranquilo y bien dispuesto, él hizo su prueba con toda atención y felicidad.
Llegando al día del resultado de la prueba, grande fue la sorpresa para los dos. Ricardo tuvo un resultado pésimo, y la profesora llamó su atención. Israel tuvo un resultado excelente y fue elogiado por la profesora y por sus padres.
Debemos siempre andar en obediencia a los padres, a los profesores y a los más viejos, pues los buenos frutos son resultados de la obediencia que cultivamos en nuestro día a día. Es obedeciendo que Dios nos honra.

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