Niños, al Señor Jesús le gustaba enseñar a las personas haciendo comparaciones. Cierto día, Él estaba a la orilla del mar, cuando, de repente, millares de personas se reunieron al lado de Él. Entonces, Él aprovechó que aquellas personas estaban allí y comenzó a contar la historia de un sembrador que salió a plantar sus semillas.
Cuando Él iba por un largo camino, una parte de las semillas cayó en el suelo, y los pajaritos que vuelan por allí las comieron.
Otra parte de las semillas cayó entre las piedras, y hasta nació, pero por no estar plantada en la tierra, no consiguió crecer y, vino el sol, la quemó y acabó muriendo. La tercera parte de la semilla cayó entre los espinos, que la sofocaron. Pobrecita!
Sin embargo, la última parte de las semillas cayó en una tierra muy buena para sembrar, y las Semillas crecieron y dieron muchos frutos, lo que dejó al sembrador muy feliz.
Saben lo que la historia quiere decir, niños? La semillita es la Palabra de Dios, y el suelo donde cayó representa cada corazón. Cuando oímos la Palabra de Dios y no la obedecemos, dejamos que el diablo venga y robe lo que nosotros aprendimos sobre Dios. Esta es la semillita que cayó por el camino.
Cuando recibimos la Palabra de Dios con alegría, solo por un momento, y después no deseamos más oírla, somos comparados a aquella semilla que cayó entre las piedras. Y la que calló entre los espinos? Esta representa aquellas personas que les gusta más las cosas que desagradan a Dios, como mentir, esconder lo que no les pertenece, desobedecer a los padres, son malcriados, etc., dejando que esas cosas sofoquen la semilla de la Palabra de Dios que fue plantada en su corazón. Ya las personas que oyen la Palabra de Dios y la practican, son comparadas a aquella semilla que cayó en buena tierra y dio muchos frutos.
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